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Mujeres libres




"Fulanita es desde ayer oficialmente una mujer libre".

  En la jerga de la información "rosa", durante años esta frase aludía metafóricamente a un divorcio.

  Hoy, sin embargo, es literal: Fulanita acaba de cumplir su condena de cárcel íntegra.

  Cómo ha cambiado el cuento.

 

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El gran dictador



  El 15 de de octubre se cumplieron 40 años del estreno en España de El gran dictador, del mucho más grande Charles Chaplin. Recuerdo años antes de aquello haber visto fotogramas de la película en las enciclopedias de cine de la biblioteca paterna; imágenes que se clavaban en la retina, sobre todo las del delirante baile del dictador Hynkel en aquel descomunal despecho con un globo terráqueo que sorprendentemente acababa flotando. Recuerdo haber preguntado por la película con edad suficiente como para obtener una respuesta: no había pasado por censura.


   Ya entonces había visto bastantes películas de Chaplin, un ciclo entero, si no me equivoco, y otro de Buster Keaton, aparte de una buena colección de cortos de El gordo y el flaco que ponían con frecuencia en la televisión. No entendía gran cosa de la prohibición, porque para mi Charlot era sencillamente un cómico, y bastante blanco, a decir verdad. Pero acostumbrado a los sinsentidos  del "régimen", como a menudo se le llamaba en aquella época, no le di más importancia.

   Luego, casi un año después de muerto nuestro propio pequeño dictador, estrenaron la película. Recuerdo que llenó los cines, y recuerdo también a mi profesor de historia, aun en el colegio, recomendarnos efusivamente que fuéramos a verla. Creo recordar incluso el cine al que acudí --una sala nueva, se me va el nombre, en medio de Azca--, y estoy seguro también de que fui con mi madre, que me acompañó, porque aun no tenía la edad para verla sólo.
  De la película recuerdo muchas cosas: el baile del globo, claro, y la descascarillante entrevista entre Hynkel y Napaloni, aparte de las escenas de fuga en la barbería del ghetto, la música empalagosa... Pero sobre todo recuerdo el discurso final de Chaplin, un llamamiento a la paz y a la democracia que se escribió en 1940 para nos llegaba a nosotros casi cuarenta años después. La sala rompió a aplaudir, como al parecer ocurría casi en cada sesión. No me extrañaría que se me hubieran saltado las lágrimas --¿recuerdan el final del discurso, ya no sobre el plano de Chaplin sino de Hannah? Nosotros aun estábamos esperando que se cumpliera aquel sueño.

   No he vuelto a ver la película, aunque estoy seguro de que aguantará bien o casi.
Incluido ese discurso.  Aquí no somos mucho de aniversarios, pero este podría venir al caso.



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