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Dados




    Hay casualidades que no deben serlo, y otras que lo parecen tanto que sólo pueden nacer de alguna premeditación, más juguetona que perversa, imagino.
    En estos días de alarma social (¿o es histeria colectiva?) con un caso terrible de abusos sexuales a niños que acaban en muerte, cae en mis manos un precioso librito de Alessandro Manzoni (el autor de Los novios), titulado Historia de la columna infame. Habrá quien no me crea si les digo que pensé que trataba de tropelías cometidas por la soldadesca en alguna guerra muy lejana, pero en realidad el asunto es otro: la persecución judicial, con tormentos incluidos, de unos pobres diablos de propagar la peste mediante unos misteriosos “untos” en las esquinas de la ciudad. La columna a la que alude el título fue mandada erigir por los jueces, sufragada con los bienes embargados a los reos, para que sirviera de eterno recuerdo de su maldad. Como nos dice Manzoni, en realidad es el monumento a la incuria de los jueces y la superstición maliciosa de las masas.
    Sin duda, tenemos un problema con los delincuentes psicópatas, que conocedores de sobra de la frontera que separa el bien y el mal, parecen deleitarse en la maldad. Con todo, dudo que las soluciones fáciles que proponen tantos –castración, encierro de por vida, ¿por qué no la muerte llana y simple?—solucionen gran cosa. Y me estremece pensar la facilidad con que el horror ante la maldad puede engendrar más maldad.
    El librito de Mazoni no tiene desperdicio. Todo un alegato contra la irresponsabilidad de los juristas que se pliegan a los arrebatos de los ciudadanos. Aunque lleguen a conclusiones distintas a las que yo llego. A eso es a lo que llamamos distintas lecturas. Pero tal vez se les graben frases como la siguiente: “La ignorancia en física puede ocasionar inconvenientes, pero no iniquidades”.

    Se diría que alguien sí juega a los dados. Y anda trasteando por mi biblioteca.

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